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Inéditos |
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Juan Manuel Silva Barandica A Dejaste el parecido al río en la acequia Y tal vaguada como el agua sobre sucias aguas Cada sección de tu damero cuerpo cada esquina Hecha de baldosas era así llena de cuadros la baldosa Mas dejaste hinchar el corazón y no correr al delta Perder la firme y varonil permanencia de la roca Al todo campo lleno de tierra y hueso Al subterráneo humectar de los cuerpos el fruto Como si el sol como si en la superficie La sangre, por la lluvia del verano Se hubiera caído y roto al resbalarse Quebrándose en fundamentales sangres Hojas caídas en tu limo pelo y la troyana faz roedora Al descubrir que el alma no es circular ni esfeérica Sino cuadrada como la manzana y el árbol Como las raíces y lo que de ellas crece y llamamos concreto Y luego hogar, ceniza, calles y lo que imita la montaña y es ciudad. Así el alma se integra a la muerte en su material océano Negada ya la felicidad del susurro en la corriente Otra vez un árbol, un río, el prado y el amante Cuatro herederos de un triste hato y no memoria Aunque semeje una familia Incluso sabiendo que mediado y sin orillas no naufragas Quedas en alguna capa de la piel o de la tierra sin llegar a lo interno Sin descender a las aguas azules ni a las saladas extremidades sentenciosas Aquí es donde la sangre y los cabellos fortifican los muros Y una semilla más otra no es un brote, sino adobe Y el agua no hace barro sino que limpia brevemente. ¿Qué hiciste sino arañarte el pecho Mientras escondías tu debilidad hundiéndola en las alcantarillas? Hice mi ciudad con estas manos debajo de la enemiga ciudad Bajo mi cuerpo tejí otro cuerpo con mis vellos y mis pelos Y lentamente descendí hasta hollarme nadir Creyendo perder como la polilla las alas en la luz de la noche Y no, Entre coro de seres incompletos, vagos e informes Aún en la imaginación de quien los piensa Entre jugos y sustancias y apóstrofes y ecos Pensé al iluminado mundo y llamé al ángel Quien discierne entre lenguajes y vincula cada plano Pensé al ángel su nombre rodeando, el que supe de niño Las concéntricas intersecciones, las bóvedas Besé con mis dedos su vocálica materia y dijo: Soy cuerpo y sólo sé del cuerpo Las catedrales que los siglos diseñaron en la sangre La cárcel que los huesos ritualizan Y ay del adentro, los órganos que el ojo desconoce Pues hay otros pulmones por cada pulmón Y ojos que la vista no imagina Llegar entonces de la vida más allá de la mitad Y que invadan los bárbaros signos que olvidamos La lengua de saliva y beso hecha, por otra Que de suplementos sea harta Y que no por otra sea distinta o semejante Es no poder penetrar en la tierra ni que de ella salga Fruto alguno o hender con mano laboriosa Es haber nacido en una ciudad antes que alguna existiera Es que este jardín está cercado con piedras hasta el fondo Y nada nos conecta con el agua y con el río Más que una promesa de navegar hacia lo océano. Como por arma concebida la creación te ataca Y en vez de acariciar como la madre o la lluvia o la nube El pálido rostro y las manos y los ojos se ven socavados Por el hambre que las cosas tienen de nosotros Huellas, suciedad y marcas en que la materia reclama nuestra materia Y así desplaza la vida a la vida a su revés Viéndonos conducidos no como el rodado canto Sino como la escoria, el residuo que los pies de las montañas pierden Al ser acariciadas por un río, o la imaginación de uno Y te desvaneces acuático bajo verdaderas aguas Yendo hacia el centro de las cosas en su arquitectónico fracaso Su vacío y el fatal sonido que repite el viento sobre al agua Y desciendes, te haces de ti mismo por la sangre Y al querer entrar en ti, como si pudieras leerte O quizás un yo fundamental existiera siendo tú no más que un simulacro Una sombra, en esencia, algo que carece de ella Una promesa infantil como la que Heráclito esbozara Hallar en sí, el estado, la nación y las ciudades Haber el océano entero en una gota de agua Y así sea Mi gobierno este ausentarme en amantes contactos Mi alma esta plaza de armas en que ajusticio a la enemiga El tiempo en que trasluzco la república en ribera C “Como el tocado del pavo real , o como el mundo Dicen que el Libro es una gran morada Una mansión abierta al peregrino Mas llena de puertas y cerrojos, taras Quien avanza encontrar debe su llave Ya que en cada puerta, confusa está la suya Entonces, hallar la única, exiliada de su natal vaina Es entrar en la escritura de Dios por una letra Cuerda que tañe quien el tiempo crea Música El dolor de quien vibrando canta: Yo soy, yo quiero ser, yo me desangro.” Sean mis dedos filosos como los de Martín Fierro Y crucifíqueme por hacer del cuerpo una tijera O llave en la puerta de Dios El corazón. E Este aciago supurarse día a día. Caer La piel como la historia Aumenta, crece, muta Y para vivir, deja Nos va dejando a nosotros en las cosas Un dedo, una firma, un beso Secretamente instruidos en la superficie Como si todo en nuestro cuerpo flotara. F ¿Y qué si fueras muerta? Desnuda ya de rubor, mentira y carne Sólo el veraz cabello, el que peinabas cuidadosa Cubría tenuemente los hombros y la gentil cabeza El mismo en que posaste diadema y tiara Y dedos como si en la noche de tus trenzas Hubiera leído cual profeta tu historia entretejida y hecha nudo. Entonces, descubrir que entre la piel y la pestaña El vello y el mundo hay un sistema de heridas De actos que sin mucho pensamiento ajaron El plasma y esa mejilla que es el corazón Pues corazón es todo aquello que protege y suena Lo que acoge cavidad vacía o lecho Y por tanto hospedaje se agrieta y sin poder cicatrizar Deja a todo tejido en posición de superficie Y cada superficie en carnes vivas y frescas Plenas de sangre ante la voracidad salvaje, lo abierto Como si extraña flor azul se abriera en cada cosa Y en ese movimiento lo creado pareciera activarse nuevamente Señalando su fallo y buscando cómo corregirlo Mas para lo existente no hay corrección o fuga Todo permanece aún cuando se ausenta Algo queda Y hay algo que se despereza y nace en todo tiempo. Por eso cubierto de escombros me levanto Cojo el azadón que acaso sepa usar E intentar recuerdo entre tanta familia en mi mano acumulada Cómo hacerme de tu ciega calavera Y a través del agujero que el tiempo clava en el hueso Ver la distancia que ahora nos separa Ser esa cuña y la tierra y ver por vez primera en su extensión Abriendome al igual que abro su inexpugnable fortaleza De todo cuanto adeuda la memoria de los hombres y es su clave Gamos y leones y montes y riberas que no son sino latentes Ante una profundidad mayor, la del sentimiento Y para él o la curiosa inteligencia, son peones No orinan ni defecan, no temen a la muerte ni fornican De esos animales y entidades reducidas yo les hablo Pues nada relaciona al fuego y los leones O talvez su pelaje y la luz y así ascender a Dios Y borrar irremediablemente al hediondo león del alegórico león Su cansino paso, su hambre irremediable. Nada más que una incivil vitalidad arrolladora Que se cuela entre las cerradas piedras como un brote O una esperanza, como son las semillas que no cayeron al prado Y aún así crecen de la cabeza de los muertos De quienes ignoraron la gracia y prudencia de los doctos Y jamás supieron que el árbol no sólo da frutas Sino que también a lo creado representa y quizás microscópicamente lo sea Como la gota es al océano y la célula al planeta Olvidando, por cierto, que ambos jamás serán lo mismo Como el olvido, o la muerte o ese abrir la tierra buscando Más allá del gusano y la desolada constatación de tu ausencia El ojo que viendo a Dios por la savia En la vida que sube de lo oscuro por el tallo hacia lo áureo Avanza y crece rosa y puede cielo en el azul con el que viste. Solo entre materias solas con el sol por carcelero Recorro la tierna ancianidad del prado hacia las rosas Pues quiero en ellas reposo y dote De tanto no hallarte y aceptar cómo crece el cabello de la tierra Cual si fuera muerta Y en ella nosotros el metano aliento de los cuerpos putrefactos Por tanta necesidad y querencia tomo en la flor El universo entero de ti vacío, descubriendo Que como nervio y globo el botón de la rosa Descansa en el lugar que fuera tu mezquino ojo Impidiéndome coger la virgen floración de esa mirada Sin levantar el cráneo entero de la tierra con sus muertos Aunque sólo flor sea sin más allá de cuerpo o permanencia Sin azules colores, ni cabellos más que los que arranco furioso Entre estos dedos fríos ignorantes del tejido Alzo sin augures en la trenza la rosa hacia el sol Y veo Veo que todo lo mudará la edad ligera Por no hacer mudanza a su costumbre K Quiero amar en el amor de las mujeres Y llorar borracha por vinagres cementerios La loza fría que semeja tu espalda Folgar en jardines leyendo a menores Y a bofes con las ayas Internarme en los bastos tejidos Devenir de nuevo abdomen por mi llanto Por esa abra feliz que a enarboladas quillas Ofrece por bandera extraña aquestas pieles Es decir, hincar como por Dios mi seca carne En otras carnes más turgentes y humectadas ¡Y sepan otras aguas sin la sal que las completa! Quisiera besar con la verdad del que en la guillotina Besó la tierra como un Papa, al dulce amado Pedirle loas y canciones, saber las artes de trastienda Untando las caderas con el barro de los juncos Por el costurero que ofrecen como obsequio los gitanos Quiero amar en el amor de las mujeres Y en el sabor de las metálicas extremidades Hallar el insular reposo a las cuitas hogareñas Las del abnegado trabajar por las mañanas Y henchida la ubre amamantar al crío y al esposo Por eso quisiera abrir mi corazón hacia el océano: Archipiélago al marinero amante sea yo de tiempo y arena. M Si cuando el rostro pierde al rostro que alguna vez lo cubriera Y como la serpiente deja su imagen varada Si pudiera aún eso sin nombre Y el cuello, los hombros, el tórax y las piernas Si realmente fuera uno Quedaría entero en la boca de la amada
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